Lecturas divertidas, Pensamientos digitales
Adios a Los Simpson – Springfield
Amo a los Simpson y soy de esos que hasta sabe qué frase sigue en muchos de sus diálogos clásicos, por lo cual era normal que apenas me enterara de la existencia de un juego basado en la serie, corriera como un enajenado a descargarlo, siempre y cuando fuera gratis, obviamente, porque no soy de esos tontos que le dan su dinero a las grandes corporaciones (spoiler: más adelante podrás leer cómo me trago esas palabras).
Al principio eran solo unos minutos al día, pero pronto empecé a notar cómo semana a semana el juego desarrollaba en mí las típicas actitudes que desarrolla cualquier jugador de Candy Crush, Monster World, Angry Birds o cualquiera de esos juegos capaces de atraer hacia sí a personas de débil carácter como yo.
Esas actitudes se traducían en un aumento de los minutos jugados a diario, un irrefrenable deseo de llegar cuanto antes al siguiente nivel y un súbito deseo evangelizador que me obligaba a hablarle de las bondades del juego a cualquier persona con smartphone que se cruzara por mi camino.
El daño estaba hecho: cada vez que desbloqueaba mi teléfono, el juego peleaba a muerte con las aplicaciones de redes sociales por mi atención y terminaba obligándome a jugarlo. Sí, obligándome.
Pero eso no fue lo peor. Lo peor vino cuando este estúpido y sensual juego me empezó a mostrar que comprando donuts podría tener en mi floreciente ciudad virtual todo lo que quisiera. Las donuts se podían conseguir con paciencia avanzando nivel a nivel, pero según mis cálculos me llevaría 3 o 4 reencarnaciones completar las que necesitaba para engalanar mi ciudad de mentiras con todos los objetos hechos de unos y ceros que quería tener.
Pues sí, habían pasado muchos meses y mi ciudad había crecido mucho gracias a todo el tiempo que no le dediqué a mis amigos, familia, trabajo y demás cosas realmente importantes de la vida, pero aún no tenía ciertos elementos «Premium» que se verían muy chulos en mi fabuloso Springfield. Fue en ese preciso momento en que una parte de mí decía «ni te atrevas a pensar en usar la tarjeta de crédito» y otra parte decía «Lo queremos, lo necesitamos, debemos conseguir el precioso, digo, las donuts».
¿Se acuerdan que al principio dije que me iba a tragar ciertas palabras? Es aquí. Es este momento en el que mi tarjeta de crédito vio como se debitaban de su cupo algunos dólares que terminarían en las arcas de EA y Fox (aghh!). Caí en la trampa, terminé comprando bienes virtuales con dinero real… Y bueno, el resultado fue esta ciudad que han visto en las fotos que acompañan este post, fotos con las cuales abandono oficialmente este juego.
¿Que a qué voy a dedicar ese tiempo libre que ahora voy a tener? Pues es obvio, voy a desarrollar una armadura muy poderosa impulsada por un elemento químico que aún no se ha descubierto. ¿Que eso ya existe? Bueno, entonces voy a ser un vigilante nocturno que disfrazado de murciélago combata el crimen organizado. ¿Que eso también existe y esas son ideas basadas en cómics famosos en los que el protagonista es un apuesto multimillonario? Ok. No clasifico. Mejor cambiemos de tema… ¿Alguien aquí me puede enviar una vida en Candy Crush?
7 Comments
Harlem Borda
Buena, reflexión personal sobre la naturaleza del ocio contemporáneo.
TRIEGO.COM
Gracias. Por estar viendo fútbol no había visto tu comentario. ¡Saludos!
Diego Pulido
Mi reino por conocer personalmente a Moe Szyslak y a Kent Brockman. Son lo máximo
TRIEGO.COM
Moe debe ser un tipo bien complicado… La verdad nunca me puse a pensar en cuál personaje de la serie quisiera conocer en la vida real si fuera posible, pero si pensé una vez que Homero debe oler "jediondo"…
Cynthia Esparza
TRIEGO.COM No creo, o bueno, sin Marge por más de una semana ya no tendría su ropa perfectamente lavada, aromatizada y planchada en su armario, ni su habitación limpia, y efectivamente, empezaría a oler feo.
Ruben Simpson
Yo logro conseguir un promedio de 50 donuts por semana haciendo diferentes misiones, si le dedicas un poco de tiempo logras obtener las cosas de pago gratis. Eres un tonto definitivamente porque no es necesario pagar.
Diego Arenas (Triego)
¿Acaso soy un tonto por volver a tener una vida real? ¿Acaso soy un tonto por compartir tiempo con mi familia? ¿Qué precio tiene el cielo? Que alguien me lo diga.
Ya en serio, agrégame como vecino.