Lecturas divertidas, Pensamientos digitales
¡Mi letra se convirtió en una fuente tipográfica!
Antes de contarles cómo fue que mis garabatos se convirtieron en una fuente perfectamente funcional con todos los requerimientos técnicos que eso implica, quiero contarles la serie de eventos afortunados que me llevaron a este punto. Si quieren obviar la parte histórica, pasen directo al final del post y miran quién me ayudó a hacerlo, para que lo llamen cuando necesiten alguna tipografía para sus propios proyectos.
Los que siguen el blog desde hace mucho seguramente habrán notado algunos cambios técnicos bastante evidentes a lo largo del tiempo. El más obvio es el trazo de los dibujos, pues al principio los hacía con el primer bolígrafo que encontrara y con un total desprecio del cuidado de los detalles. Más adelante esos dibujos pasaron a ser hechos con micropunta y no tan «a la maldita sea» como los primeros, lo cual fue definiendo de a poco el trazo que tiene hoy día mi trabajo. Luego de esto, el siguiente paso fue sumarle algo de retoque a las ilustraciones, para lo cual escaneaba esos dibujos y los mejoraba un poco en photoshop, pero en general el look todavía era muy similar al de los primeros dibujos del blog, los cuales no son precisamente obras de arte.
Pasada esta época vino un cambio que afectó enormemente el look de mis dibujos: la introducción en el proceso de trabajo de una tableta gráfica, esa era una Wacom Intuos 5, que aunque la cambié por una Cintiq al año siguiente, la recomiendo mucho mucho, es muy buen juguete para un ilustrador. Ya en este punto, los bocetos empezaron a ser en lápiz, como debe ser, y una vez capturados con el escáner, que en este punto ya estaba viviendo horas extra, o fotografiados con la cámara o el celular, eran redibujados en photoshop con mucho mejor detalle que los que venía haciendo, pero más allá de eso, con un trazo mucho más limpio y nítido. Esta versatilidad me empezó a ahorrar trabajo y me dio obviamente la posibilidad de equivocarme con más confianza.
Paralelo a todos estos cambios se fue dando el crecimiento en la audiencia de triego.com y de mis perfiles en redes sociales, lo cual le suma mucha responsabilidad a este trabajo que hago de noche, pues en el día trabajo en una agencia de publicidad que, cuando me hace trasnochar, atrasa automáticamente el ritmo de publicación de mis caricaturas. ¿En qué iba antes de quejarme como una niñita de que a veces me toca trasnochar en el trabajo? Ah, sí, en que el tener fans tan dedicados y el tener tan bonita respuesta de la gente ante mis viñetas, es una gran motivación para hacerlo mejor cada vez, por lo cual mi responsabilidad es encontrarle tiempo al blog y optimizar ese tiempo de la mejor manera para poder hacer todo lo que tengo que hacer (y no hablo solo de dibujar y publicar, hablo de toda la labor que implica tener una comunidad tan activa); dicho esto, descubrí que muchas veces se me iba más tiempo del esperado escribiendo los títulos y diálogos de las caricaturas, y así como he hecho con otros factores que he ido automatizando durante estos 4 años y meses (tramas, formatos, etc.), decidí buscar la manera de hacer más eficiente esa tarea.
Inicialmente reutilizaba letras que ya había escrito a lo largo de la frase, pero siempre terminaba escribiendo todo una y otra vez hasta que fuera legible y medianamente simétrico el resultado. Como se imaginarán, era mucho tiempo extra el que gastaba en ese proceso cada día de mi vida, por lo cual decidí buscar ayuda profesional.
Luego de varias sesiones en el psicológo, entendí que ante la falta de tiempo libre, lo mejor era desistir de la idea de embarcarme en la creación de la tipografía por mi propia cuenta para no sufrir por lo demorado e incierto que podría llegar a ser el proceso. Ya había empezado a dibujar las letras en illustrator y estaba probando diferentes demos de programas para hacer funcionales esos trazos, pero era una tarea que, aunque posible, tenía los inconvenientes propios del no haberlo hecho nunca y de la mencionada falta de tiempo libre. Así que decidí buscar ayuda profesional otra vez y preguntándole a todos los capos que conozco (son tan capos todos que se llaman capos entre sí, guiño, guiño…), es decir, a mis contactos en el mundo del diseño.
Terminé con varios nombres de personas que podrían hacer esta tarea; el más experimentado y mejor recomendado, y quien finalmente me ayudaría se llama John Vargas Beltrán. Luego de algunos mails y documentos adjuntos que iban y venían, por fin tuve en mi inbox la versión funcional de mi tipo de letra personal, el cual he usado para mis viñetas desde el principio de los tiempos.
El cambio en mi día a día fue muy positivo. Aparte de lo mágico que es ver cómo se escribe en pantalla tu propio tipo de letra manuscrita mientras lo digitas desde un teclado, ahorro tiempo cada día (que al sumarlo es más del que uno imagina) y también tengo más libertad de cambiar el título una y otra vez sin miedo al esfuerzo extra que eso solía implicar. En fin, solo quería compartirles mi historia llena de sufrimiento y superación personal… ¡Qué va! solo quería contarles que es muy chévere no solo tener tu tipo de letra en tu mano, sino también en el computador. Para los que quieran saber más, pueden visitar el behance de John Vargas haciendo clic sobre la siguiente imagen.
Si también quieren que les cuente cómo un iPad, el celular, aplicaciones, la nube, etc. son claves a la hora de agilizar el workflow de un blog como este (no solo a nivel de ilustración sino de administración), dejen un mensaje para saber que debo sentarme a escribir también sobre eso. Si no, pues no dejen ningún mensaje y yo seguiré mi vida como si nada, creo que puedo superar eso también 😉
One Comment
Cynthia Esparza
Genial 🙂