Lecturas divertidas, Lecturas varias
Lo bonito de conocer a una mujer música
El otro día en facebook le pedí a mis seguidores que escribieran lo primero que se les viniera a la mente y con sus comentarios construí la historia que verán después de la imagen con sus comentarios.
Me encanta que algunos se hayan animado a escribir y les doy las gracias porque escribir es de lo que más me gusta hacer, a pesar de que he venido dejando de hacerlo con frecuencia debido a que las viñetas, caricaturas e historietas se han sabido robar el show de este blog. Gracias de nuevo, y con ustedes, el cuento creado gracias a los aportes de Julián, Silvia, Sebastián, Narda, Silvana, Emilia y Estef, quienes escribieron desde Colombia, Argentina, El Salvador y México:
Lo bonito de conocer a una mujer música.
Silvia; mientras se disponía a practicar en su clavicordio como todas las mañanas, no sin antes cuestionarse el porqué de la elección de ese instrumento tan poco popular, como todas las mañanas; sintió que una idea ocupaba a muchas de sus neuronas, probablemente a las mismas neuronas que controlaban su virtuosismo musical: “tengo canas y mi cabeza es un desastre universal”. A lo que se respondía en voz alta, en tono lírico, casi en broma: “no tengo plata para ir a pelu”. Como todas las mañanas.
Pero a pesar de que cada mañana una nueva línea gris imaginaria en su cabeza la distraía y le robaba la concentración a su práctica matutina, misma práctica que se repetía a las 8:08 de la mañana, cada mañana desde que tenía 5 años, este día iba a tener algo más, algo que ella nunca hubiera podido calcular, algo que ella nunca hubiera podido imaginar.
Al salir, Silvia caminó con la prisa de quien sabe que va tarde, pero sin saber bien hacia dónde se dirigía, solo seguía su instinto ausente por momentos y recordaba sin mucho sentido esos hermosos canguros que había conocido en su última gira de conciertos. ¿Hacia dónde iba? No lo sabía muy bien, pero sus pies le ordenaban que corriera y su mente le ordenaba que obedeciera a sus pies.
Pasos largos y más pasos largos a través de la interminable calle principal de su pequeña ciudad la llevaron al parque principal, en el cual muchos dueños paseaban orgullosos a las mascotas que habían elegido para que los domesticaran, sí, a ellos, a los dueños, y fue allí donde sin querer, le pisó la cola a un perro, mismo perro que al girar asustado mordió un gato que dormía recostado en la pierna de su ama, misma ama que le propinó un puñetazo en la cara al dueño del perro, mismo dueño del perro que besó a la mujer para solucionar todo como esas películas en las que en plena discusión un beso acaba con las tensiones y da paso a un momento de pasión, con la diferencia de que aquí dio paso a un rodillazo en el lugar donde menos uno quisiera recibir un rodillazo, sí, ahí.
Silvia quería quedarse a pedir disculpas pero sus pies eran los que mandaban y la orden era avanzar a toda velocidad hacia el sur, sin detenerse a nada. Silvia pensaba en medio de su enajenamiento y mientras se veía a sí misma cruzando de manera temeraria la avenida más rápida de su ciudad: “los gatos son de las mujeres como los perros a los hombres, por eso es que buscamos a alguien que nos enseñe a no seguir nuestros instintos…”.
Diez calles más y ahora Silvia estaba frente a esa gran vitrina de zapatos de todos los colores, tamaños, texturas, precios y significados, contemplando un gran anuncio que con la palabra “sale” la invitaba a entrar. “Es como aquella vez en la que me topé con un marrano polar…” murmuraba la mujer de al lado, que también había llegado tratando de ser la primera al momento de la apertura del local.
Ya en el interior del local y habiendo descartado plenamente la fantasiosa, absurda y carente de sentido alguno existencia de un marrano panda, las ahora nuevas mejores amigas dejaron muy en claro que como los marranos pandas no existen, se trataba en realidad de un marrano boxeador recién bajado del ring.
Pasaban las horas y ningún par de zapatos se ajustaba a los pies y expectativas de Silvia, quien con un estridente grito hizo que todos en el lugar guardaran silencio por algunos segundos: “¡todo tiene un límite, y mi paciencia también! A lo que se sumó el grito de otra compradora que al sentirse liberada por aquella puerta que acababa de abrir Silvia con su grito, gritó también: “¡amo la vida y la disfruto cada día!, seguida por otra mujer que gritó “quiero una granja en Connecticut donde los animales no se dejen abrazar”, seguida por varios hombres que gritaron mientras salían despavoridos de aquel templo femenino, todos huyeron gritando como niñitas, excepto uno, excepto ese hombre extraño y comprensivo que más adelante elegiría Silvia para acompañarlo hasta que la muerte los separase, excepto Julián.
Julián, ese mismo desconocido que venía detrás, adelante y a los lados de Silvia durante todo el camino asegurándose que no le pasara nada en medio de ese impulso inagotable que la llevaba a buscar un sonido perfecto, musical, único y maravilloso: el sonido de sus zapatos nuevos al caminar, el mismo sonido que a partir de ese día Julián querría oír cada día de su vida, ese sonido que le indicaría la cercanía de Silvia y marcaría la distancia entre él y la felicidad.
Fin.
11 Comments
Isaias Sanchez Gonzalez
Excelente historia..
Silvia Fernandez
Gracias!!!! esta buenisimo!!!!!
Martha Moreno
No sabía que fueras tan romántico.
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Yo no sabía que esto era tan romántico. Si quieres leer algo con "amort", lee este otro, ese sí raya en lo cursi 😉 :http://www.triego.com/2011/03/18/inercia/
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Por nada. Compártelo con tus amigos, eres parte de la historia.
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¡Gracias Isaias! Totales.
Estef Valentine
Se me hace muy padre que una lluvia de ideas puera generar una historia entretenida, divertida y con final bonito. Ojalá lo hagas más seguido 🙂
Diego Arenas
¡Gracias Estef! Voy a procurar hacerlo, los resultados siempre son divertidos (además me encanta que te haya gustado el final).
Mira, esta fue de la vez en que los seguidores de facebook le pusieron el título a una viñeta: http://www.triego.com/2012/08/18/ponle-el-titulo-a-esta-vineta/
Además, te invito a leer algunos otros cuentos y lecturas chéveres que he hecho en: http://www.triego.com/category/cuentos-y-textos/textos-y-articulos/ y http://www.triego.com/category/cuentos-y-textos/cuentos-cortos/ Mi preferido se llama «Control Z».
¡Un abrazo!
Karen Moreira Alanis
k hermoso
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Gracias Maite. Si quieres busca uno que se llama Inercia en este blog. ¡Saludos!
Cynthia Esparza
Que bonita historia :') <3