La historia del pato que quería conocer el mar

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El Pato de Triego es un tributo al agua, y empezó así: una vez estaba en una tienda de artículos para el hogar y caminando por los lineales me encontré con un pato que correspondía con la imagen mental que tengo de cómo es un pato de hule, así que me pareció bien llevarlo a pesar de que no tengo una tina en el baño ni nada que se le parezca. Así como muchas cosas que uno compra, el pato terminó dando vueltas por la casa sin encontrar su lugar en el mundo… hasta que un día me quedé viéndolo y pensando en que este pobre pato ni siquiera conocía un vaso de agua (es normal que me haga historias mentales dándole personalidad a muchos objetos inanimados, este blog es prueba de ello).

Bueno, el tema es que después de imaginar que detrás de esa sonrisa se escondía el drama de un pato frustrado por no haber metido sus inexistentes patas en el agua ni una sola vez en toda su vida, tomé la decisión de llevarlo a la piscina del lugar donde vivo para tomarle una foto con el teléfono, y como buen aficionado a las redes sociales, compartirla en instagram (sí, soy de esos que le toman fotos a todo, pero no de esos que hacen selfies con duck face en cualquier baño que se cruzan en su camino).

La foto estuvo bien, pero no pasó nada más con el pato en ese momento. Con el paso del tiempo decidí que el tema del pato es el agua y se me ocurrió que hasta un charco de agua podría ser un buen lugar para tomarle fotos y empezar la serie que les presento hoy. Fue así como adquirí la costumbre de tomarle fotos en cualquier lugar de mi camino donde este pato pudiera nadar: en un vaso de agua, en una fuente, en el mar o hasta en el splash del comercial de una bebida refrescante.

De un tiempo para acá trato de que esté en mi maleta cada vez que viajo, pero a veces lo olvido y sufro como Marimar cuando veo que perdí la oportunidad de hacerle fotos al dichoso pato en otras ciudades. Se ha vuelto tan habitual el proceso que el pato ya es reconocido por mis amigos (sospecho que él sí les cae bien) y lo echan de menos cuando no lo llevo a los paseos. Las fotos más recientes de la serie (esto lo estoy escribiendo a finales de septiembre de 2013) son en Cartagena de Indias y Santa Marta, Colombia, y no hubieran sido posibles sin la ayuda de mi mamá que me envió el pato por correo al hotel ya que lo había dejado en casa… (¡Gracias Mamá!).

La verdad me hubiera gustado empezar con esto algunos años antes para haber tenido registro de muchas más ciudades en los pocos países que he visitado, pero bueno, ojalá este blog siga creciendo y me lleve a tomarle fotos al pato en todo el mundo (inserte aquí risa malévola del autor). Para ver cómo sigue creciendo la galería, puedes seguir el tablero en pinterest: El Pato.

Ya fue suficiente preámbulo, con ustedes, El Pato.

 

 

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